Pasear. Dar pasos sin saber cuál será el final del trayecto. Hubo un momento en mi vida en el que decidí comprarme el ticket, subir al tren del sueño y lanzarme a lo desconocido. Salió mal, el tren descarriló. Ahora voy a pie a todas partes, quizás así creo tener más estabilidad porque el suelo no parece romperse con tanta facilidad.

Llevo un par de meses caminando y lo curioso es que no estoy agotada. Cada día me levanto con ganas de recorrer más kilómetros, con ganas de llegar a esa curva que deja una puerta oculta y que no sé qué esconde detrás, pero que creo que ha llegado el momento de llamar, golpeando los nudillos con fuerza.

Me he comprado unas zapatillas nuevas para que no se desgasten de tanto caminar, pues no sé si será en septiembre, o en enero, cuando me toque abrir esa puerta, pero lo que sí sé es que estarás ahí, que comenzaremos un camino juntos y que crecerá según andemos, pues las baldosas se irán colocando a medida que pisemos fuerte y con decisión.

¿Preparado para andar?, yo estoy ya en la línea de salida, y sabes una cosa?, también te he comprado unas zapatillas para ti.