¡Hola chicos y chicas! Aquí las dos setitas retransmitiendo desde tierras del Sur. Sabemos que casi todos sabéis que andamos de vacaciones juntitas, de ahí que no hayamos escrito hasta ahora.
Bueno, pues toca daros un poquito de envidia contando nuestras primeras experiencias en este viaje. La verdad es que el tiempo no nos acompaña demasiado, el sol siempre presente viene acompañado de un viento fresquito que nos invita a salir con una mantita a la calle. Por lo demás, todo es maravilloso. Nos costaba imaginar que todo fuera tan perfecto.
El apartamento es indescriptiblemente mono, jeje, se nos caía la baba descubriendo cada detalle. El hotel en general es impresionante, incluso parecemos chicas "normales" andando por recepción con el portátil al hombro y nuestra cara de "estamos más que acostumbradas a este tipo de sitios, no penséis que nos impresiona". La verdad, por supuesto, es que aún estamos alucinando.
El viaje de ida fue muy largo, pero muy divertido (incluyendo persecución en coche de unos chicos que querían ligar con nosotras, ¡pero estáis locos! ¡anda y que os den!). Casi diez horas nos costó llegar, pero mereció la pena. Nos dedicamos a descansar y a disfrutar de nosotras mismas, con un baño relajante a base de gel de yogourt.
Ayer, miércoles, nos levantamos y, tras cambiarnos cuatro veces de modelito porque hacía cada vez más frío, nos fuimos a El Rompido, pueblo típico andaluz precioso, blanco, que olía a jazmín y a jaras. Comimos como gorditas en uno de esos restaurantes a pie de playa que tienen pescado fresco todos los días. Nuestro menú constaba de: atún a la plancha con pimientos rojos, cazón, boquerones fritos, tortilla de camarones y patatas. Riquísimo.
Después de la fabulosa comida, decidimos bajar nuestra redonda barriga arriesgándonos a ir a la playa, ya que como hemos dicho antes, el tiempo no nos acompañaba mucho. Llagamos a una playa, más bien desierto, pues por mucho que intentábamos llegar a la orilla, no veíamos el mar. Cris decidió ser valiente y aguantó en bikini 10 minutos, yo fui menos valiente y duré 3 minutos...el viento volvió a jugarnos una mala pasada. "Sun-the-one" nos abandonaba cada 5 minutos, y claro, con lo frioleras que somos, no había manera de seguir allí.
Nota: os vamos a contar una anécdota...¡hemos ligado!...jajajajaja. Seis personas en toda la playa: nosotras, y dos parejas de chicos separados por unos cien metros. Los que tomaban café nos observaban sentaditos hasta que decidieron hacer olas con las manos para llamar nuestra atención. Los que jugaban al balón usaron la técnica de "uy, que se me escapa el balón". Cuando ya estaban lo suficientemente cerca nos saludaron repetidas veces mientras silbaban como llamando a su perro. Ni caso a ninguno, claro, nos daba más vergüenza que otra cosa, así que agachamos la cabeza y huimos valientemente de allí.
Después de todas estas aventuras llegamos de nuevo al hotel, y nos fuimos... ¡al SPA! Chanclas, toalla de playa, "indumentaria deportiva", y la idea absurda de que íbamos a ir a hacer deporte al gimnasio. Entramos en la pequeña sala, y Tati sólo podía repetir "yo con ese viejo no me meto en el jacuzzi". Así que nada, a la piscina, que por lo menos era más grande y corría el aire, jeje. Cuando se despejó el jacuzzi nos zambullimos y nos dejamos llevar por los chorritos... que, atención, hacían que nuestras piernas parecieran de "blandy bloo" (EN ALEMÁN FONÉTICO). Que no es que nosotras estemos blanditas, nooooo, es que los chorros tenían demasiada fuerza. Tras dos horas de agua, y más agua, y más agua, y arrugadas, muuuy arrugadas, decidimos... ¡ir al gimnasio! Y eso que estábamos más pedo que Alfredo, con tanto calor. Aguantamos un total de veinte minutos allí, de los cuales diez los dedicamos a investigar las máquinas. Resumen: cinco minutos de bicicleta, cindo de steps, y tres o cuatro "sube y baja" de una barra con peso.
Con cara de "cansancio total" volvimos al apartamento, donde, por cierto, nos esperaba nuestra mascota "Miga", una hormiguita que se dedica a pasear y a invitar a toda su familia a nuestra casa. La tenemos cariño, pero no nos hace mucho caso. Bien, llegamos, nos sentamos, recuperamos las calorías quemadas comiendo chucherías y charlamos durante horas y horas porque no éramos capaces de levantarnos para ir a la ducha. Finalmente lo hicimos y seguimos hablando como niñas hasta que nos venció el sueño. A dormir. Buenas noches.
Esta mañana ha sido relajada. Desayuno delante de la tele, viendo reportajes sobre el amor, desde un punto de vista científico, claro. Planificación del día: Cádiz, Tacita de Plata, allá vamos.
Próximos capítulos pronto en vuestro blog preferido. Os queremos.