<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar/3232957544773393366?origin\x3dhttp://yasecomomedices.blogspot.com', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
Ya sé cómo me dices
sábado, 17 de febrero de 2007 Spa


Desde que entré me cautivó aquel lugar. Las maderas oscuras, las paredes blancas, aroma a sales, sillones de bambú en cada rincón, batas sedosas, música de fondo... todo invitaba a quedarse, y nosotros aceptamos la invitación.


Primera parada: el jacuzzi. Yo me habría quedado allí, dejando que mis dedos se arrugaran. Era maravilloso cerrar los ojos y sentarte a soñar despierto. La relajación entraba en nosotros como un torrente de agua. Salimos y pasamos al baño turco, otra gozada, calor, vapor, sentir cómo se abrían los pulmones... y luego a la sauna, 82 grados nada menos. Casi no hablábamos, y lo que decíamos se acercaba más a gemidos que a palabras. La relajación total no deja pensar en nada más que en disfrutar.


¿La ducha regulable con chorros? Genial. La circulación de todo el cuerpo se activaba con los cambios de temperatura. Sentir cada músculo estimulado sólo con agua es indescriptible.

¿Y qué decir del masaje con barro y sales marinas? Notaba ligera cada parte de mi cuerpo, las manos de aquella mujer eran mágicas, masaje, masaje, relax... Y para rematar limpieza facial y aromaterapia, ¡qué manos! ¡qué delicadeza! Nunca había sentido nada parecido, eran como caricias continuas que hacían que se me pusiera el vello de punta... olor a frambuesa, aire caliente y aquellas manos, no se podía pedir más.


Al salir, zumo natural y un dulce para subir la tensión. Yo no podía ni hablar. Me sentía distinta, como si no fuera yo. No importaba que al salir a la calle todo fuera como siempre, daba igual el ruido de los coches, el metro lleno de gente... el agobio había desaparecido. Decidimos ahorrar y praticar juntos el arte de dejarse guiar hasta el relax absoluto más a menudo.

Gracias caballero.

Publicado por cris y tati :: 7:15 :: 1 comentarios

Post / Leer cometarios

---------------oOo---------------